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La banca pide matar al dinero electrónico

Uno de los enormes errores de los reportes de prensa sobre el famoso «traspaso» de los medios de pago electrónicos a la banca privada es utilizar el término «traspaso». Los cambios propuestos no traspasan nada, solo eliminan la competencia del Banco Central del Ecuador para proveer dinero electrónico a la sociedad. Es como consecuencia de esa eliminación que se terminarían traspasando las cuentas de dinero electrónico a la banca privada.

El uso del término «traspaso» hace pensar que el Banco Central tiene algo que la banca no tiene. Sin embargo, desde hace muchos años, la banca privada ya ofrece servicios de medios de pago electrónicos. No conocemos las estadísticas de cuántos usuarios móviles tienen, ni los montos de dinero que se utilizaron por esos medios de pago que utilicen el teléfono celular. En todo caso, no han trascendido.  El Banco Pichincha ya ofrece el servicio Banca Móvil desde hace una década; el Banco Guayaquil, de forma similar; Produbanco también.

En el año 2010, se quizo conformar un monopolio entre el banco más grande del país y la operadora telefónica más grande del país, denominado MONY. (Se han detenido a pensar lo que es nombrar a un producto privado «mony», en clara alusión al término «money»=dinero.) Entonces, como ahora, este conglomerado contaba con el apoyo de las multilaterales de Washington, incluso entregaron premios para avalar al monopolio. Sin embargo, en un capítulo de la historia que no debe perderse, acciones patrióticas (no sin amenazas y vaivenes) la Junta Bancaria y el Consejo Nacional de Telecomunicaciones impidieron que se concrete este acuerdo monopólico que recordaba la época de la plutocracia bancaria anterior a la Revolución Juliana.

En esta entrevista de EcuadorInmediato.com a Diego Borja, se puede entender la propuesta original de dinero móvil.

Con el ingreso de Pedro Delgado a la Presidencia del Banco Central, reformó la regulación de dinero móvil para privatizarlo y establecer que las «cuentas» o «registros» móviles no se llevaran a cabo en el Banco Central sino en las cuentas del pasivo de las instituciones financieras privadas. Idéntica situación a la que se está llevando a cabo en estos días. El modelo privatizador llamado “pago móvil” fue el planteamiento del (ahora prófugo) Pedro Delgado y su asesora informal Rosa Matilde Guerrero, también vinculada a los organismos multilaterales y a Washington. Massimo Cirasino, del Banco Mundial, advirtió al Ecuador que no siga adelante con el tema. Michael Tarazi, del CGAP, vaticinó que no habría apoyo internacional para una iniciativa estatal. ¿Por qué los organismos multilaterales de Washington se empecinaron en evitar que el dinero electrónico de banca central no sea exitoso? Sencillo, si el experimento era exitoso en el Ecuador, sería replicado en distintas partes de la Región y el mundo.

Diario El Comercio nos provee una cronología interesante donde se puede entender los vaivenes que sufrió el dinero móvil – hoy dinero electrónico – antes de finalmente cristalizarse. El episodio que estamos viviendo en estos días pasará a la historia como un capítulo más de la disputa por el dinero electrónico en contexto de dolarización de jure, el significante de la Revolución Juliana del Siglo XXI.

¿Por qué la banca se opone con tanta vehemencia al dinero electrónio de banca central? Por la misma razón que se oponen al #fintech: al desarrollo innovador de alternativas de transferencias que minimizan o eliminan a la principal fuente de ingresos de una banca que no asigna crédito – los servicios transaccionales -.

En lenguaje de sistemas de pagos, el dinero electrónico es un sistema de pagos de bajo valor de liquidación bruta en tiempo real. Esto quiere decir que la transacción de pocos dólares de celular a celular se ejecuta al instante, en segundos. Esto difiere de las transacciones de la banca que son de liquidación neta en tiempo diferido. Esto quiere decir que cuando transfieres dinero de un banco a otro, se demora un día en llegar al destinatario. En resumen, la tecnología del Banco Central es mejor y más rápida; con el tiempo, en pagos de bajo valor iba a desplazar a la banca privada. En términos macro, aumentaría la velocidad de circulación del dinero y aumentaría la actividad económica.

En términos de mercadeo, el número del usuario del dinero electrónico es su
número de teléfono, independiente de qué operadora telefónica use. Esta es una ventaja para el mercadeo, acceso y big data que jamás habrían logrado los bancos privados con sus servicios de banca móvil. (Los bancos ni si quiera han logrado estandarizar la numeración de las cuentas corrientes, algo ya superado en ¡Centroamérica!)

La Superintendencia de Poder de Mercado emitió una medida de control que establecía que los bancos deben permitir a los clientes bancarios hacer transferencias de y hacia los números de teléfono de los usuarios del dinero electrónico, nada que viole la voluntariedad del servicio. Un ejemplo concreto de las transferencias banco-celular que aún se puede hacer.

Si los bancos privados establecen tarifas diferenciadas según a quién transfiero (como en efecto ocurre hoy con las transferencias intrabancarias 0 vs. interbancarias 50 centavos), se dará el efecto club con más fuerza (por ser muchísimos usuarios y muchísimos pagos de bajo valor) y se concentrará aún más el poder de mercado. Tendríamos dinero amarillo más liquido que el dinero azul.

En términos de las telecomunicaciones, el Estado logró regular a todas las operadoras móviles para que ingresen al sistema de dinero electrónico con un protocolo económico y de alta seguridad (USSD) que la banca privada jamás impulsó y que no requiere tiempo aire, ni minutos, ni saldo, ni megas, ni datos, ni conexión a internet, ni smartphone. ¿Ahora, acaso también la banca va a llevarse esta interconexión a las operadoras? ¿o cada banco tendrá que hablar con cada operadora? ¿Y los bancos que no son accionistas de Banred? La ley no contempla ningún mecanismo transitorio para el componente de telecomunicaciones. La Agencia de Regulación y Control de las Telecomunicaciones tendría que pasar por un proceso largo y complejo de otorgamiento de títulos habilitantes de servicios de valor agregado para cada banco y cada cooperativa, y probablemente, de disposiciones de conexión e interconexión (incluyendo las condiciones tarifarias) para la relación de cada banco o cooperativa con cada operador de servicio móvil avanzado (telefónicas).

Todo esto da cuenta del enorme potencial de un servicio público como el dinero electrónico y las razones por las cuales la banca alega «desconfianza» para matarlo. Sin embargo, el Estado también cometió errores. El primer error que cometió el BCE: no se facilitó el acceso a los puntos de canje de dinero electrónico de forma rápida y masiva. En vez de hacer convenios con miles de tiendas y puntos de canje, el BCE debió haber negociado con los pocos mayoristas de recargas de tiempo aire que ya manejan decenas de miles de puntos en todo tipo de tiendas y locales a nivel nacional. Es una pequeña extensión del mismo negocio: recargo mi celular con dinero en efectivo; o descargo a efectivo el dinero que tengo en mi celular. El concepto que se debió manejar es el de “recarga” de dinero electrónico. Y se debió empezar en circuitos de la zona rural, donde el dinero electrónico es más útil en términos relativos.

El segundo error que cometió el BCE: faltó empoderar más a la ciudadanía con soluciones prácticas. Si el BCE creaba un eco-sistema de innovación, abriendo la plataforma a jóvenes desarrolladores para producir aplicaciones que permitan pagar el taxi o el bus (con servicios pull), interoperar con el RFC de la cédula, comprar por internet, transferir por WhatsApp, otorgar nanocréditos instantáneos para combatir el chulco, explorar el blockchain, o decenas de otras aplicaciones en la vida real, estuviéramos en otra situación. Aún no es tarde, pues la experiencia del Hackaton denominado Hack153 demostró que sí se puede convocar a cientos de jóvenes y gatillar un proceso de innovación social abierto, democrático y transformador. No recuerdo que la banca privada haya pronunciado algo parecido a «innovación» salvo para referirse a la tercerización de su core bancario a empresas de la India.

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