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Privatización del Banco Central: ¿Para qué y para quienes? (Parte I: el FMI)

Esta es la primera de varias entregas donde explicaremos lo que está detrás de las presiones por entregar el Banco Central del Ecuador a manos privadas. Sobre todo, estas entregas tienen como objetivo dotar de información para saber qué debe preocuparnos a los ciudadanos y ciudadanas de a pie de esta privatización del ex instituto emisor. Estas entregas se organizarán de la siguiente manera:

  1. ¿Qué le interesa al FMI?
  2. ¿Qué ganan la gran banca privada y los grandes grupos económicos?
  3. El retorno de las reformas de la Trole 4

¿Qué le interesa al FMI?

El acuerdo crediticio suscrito entre el gobierno ecuatoriano y el FMI el 30 de septiembre de 2020 tiene una principal y clarísima condición para el tercer desembolso de recursos: entregar el Banco Central del Ecuador al sector financiero privado. Para ello, han manifestado que instarán en las reformas al Código Orgánico Monetario y Financiero que fueron archivadas por la Asamblea Nacional en Noviembre de 2019 con el trasfondo de una gran movilización popular que rechazó la avanzada del baquetazo de austeridad y desregulación fondomonetarista. Para el FMI, de acuerdo a lo que expresa el texto del acuerdo, el archivo de la apodada Ley Trole 4 se trató de un problema de fragmentación de la Asamblea Nacional cuando fue todo lo contrario: una inédita confluencia de fuerzas políticas (progresistas e incluso conservadoras) que entendieron que el Ejecutivo y el FMI se estaban burlando de la Asamblea al enviar un mamotreto indigerible que reformaba una enorme cantidad cuerpos legales y abordaba varias materias (como las Leyes Trole de inicios del los años 2000), que buena parte de las reformas era inconstitucionales y que ponían en riesgo la dolarización. No obstante, el gobierno nacional y el FMI han sido frontales al decir que insistirán en la reforma. Además de lo que estipula el propio acuerdo, el FMI insistió en el tema luego de la aprobación del segundo desembolso: la directora gerente (e) del Fondo, Antoinette Sayeh, manifiestó en su comunicado de diciembre 2020 donde insiste en la necesidad de pasar las enmiendas al Código Monetario y Financiero y felicita al gobierno de Lenín Moreno por estar trabajando en esa línea.

El actual Ministro de Finanzas, Mauricio Pozo, ha anunciado que enviarán el proyecto de ley hasta el 15 de enero de 2021. Esta será la gran misión de Pozo quien tiene trayectoria como alfil de la banca y los grandes grupos económicos para este tipo de jugadas. Fondomonetarista de corazón y hombre de la banca, donde llegó a ser vicepresidente del Produbanco, durante el Gobierno de Lucio Gutierrez fue asesor presidencial y luego Ministro de Economía y Finanzas del giro neoliberal del desastroso gobierno que terminó derrocado por las movilizaciones populares de abril de 2005.

Pozo y el FMI no insistirán en el proyecto enorme de fines de 2019 sino en una reforma más acotada que haga menos ruido pero cumpla el compromiso con el FMI y la banca de darle una mal llamada «independencia» al Banco Central.

En este punto es debemos separar en dos grupos de actores quienes han venido impulsando esta idea: el FMI y la banca privada. En esta entrega nos centraremos en el FMI, que defiende esta idea de una forma dogmática y en la siguiente entrega hablaremos de la banca.

La idea de los Bancos Centrales independientes se deriva de la obsesión ortodoxa por el equilibrio fiscal  a cualquier costo. Buscan así evitar que un gobierno obtenga financiamiento por parte del Banco Central y se vea obligado a reducir el gasto público y su incidencia en la economía. Al final del día, la independencia de los bancos centrales es otra forma de establecer las condiciones que obliguen a reducir el tamaño del Estado en la economía.

Si bien la noción de independendizar los bancos centrales se ha posicionado como un pilar de la banca central en muchos países, existen desde hace tiempo fuertes críticas a las consecuencias concretas de hacerlo. En economía, los principales críticos provienen de la tradición poskeynesiana, tanto teórica como empírica. Estos crítico, incluso sin aparatarse de los postulados básicos de la independencia baconcentralina, muestran que no hay tales resultados como los que profesan sus defensores. Por ejemplo, Posen (1997) demostró que no hay evidencia que permita sustentar que la reducción de la inflación sea más fácil en países con bancos centrales independientes. Esta literatura también ha cuestionado la supuesta eficiencia macroeconómica de la banca central independiente, señalando que no hay pruebas de que las políticas llevadas a cabo por estos bancos centrales tengan impactos favorables en el crecimiento económico y la reducción del desempleo. Otras investigaciones en le ámbito de la economía política, como Lockwood (2016), muestran además que detrás de la supuesta “independencia técnica” de los bancos centrales, siempre se juegan grandes intereses políticos de los grupos económicos de poder.

Volviendo as el caso ecuatoriano ¿qué quiere el FMI con la independencia del Banco Central? Basta leer el Acuerdo suscrito a fines de septiembre 2020. Al FMI no le interesa que el dinero se use para el bien de los ecuatorianos y ecuatorianas, sino que le paguen de vuelta. En este punto, el acuerdo manifiesta que las reservas internacionales, que están a cargo del Banco Central, deberán acumularse para garantizar los pagos de deuda a los acreedores, especialmente, el propio FMI (pg. 22 del acuerdo): .

Entonces el FMI le presta dinero al Ecuador para que el Banco Central no toque ese dinero, garantice que se lo van a devolver, mientras que ya han dejado fuertes condicionamientos a la política económica (recorte al estado, precarización del trabajo y desregulación para los grandes capitales). Más de este privilegio a la deuda antes que las personas lo vemos en el reciente anuncio del gobierno de un acuerdo marco con la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de los EEUU para acceder a recursos para pagar deuda que se desembolsan si el país vende sus activos estratégicos. En otras palabras crean una suerte de «garantía hipotecaria» al pago de deuda y aseguran las privatizaciones. La hipoteca a pagar son las privatizaciones de CNT, las hidroeléctricas, las telefónicas. Además, con la cláusula anti-china que parece tener este acuerdo, el Ecuador además es cobayo de la bronca geopolítica de EEUU contra China. Si el próximo gobierno (cualquiera que este sea) se negase a esta barbaridad, lo acusarán de no querer bajar deuda y dar malas señales a mercados. Ahí está la trampa.

Volviendo de nuevo a los intereses del FMI, hay una cosa grave que se debe denunciar: mientras que sus altas autoridades instan a los gobiernos y a los bancos centrales a destinar recursos a salir de la crisis económica y sanitaria, como ya lo han hecho la mayor parte de países y bancos centrales del mundo (independiente de la tendencia ideológica de sus gobiernos, de ser países con moneda propia, común, moneda extranjera, o de ser países con déficits o superávits fiscales), el acuerdo con el FMI condiciona al Ecuador a todo lo contrario. 

La caduca idea de la independencia de los bancos centrales ha quedado enterrada en el mundo durante la pandemia, justo porque los gobiernos y bancos centrales han hecho lo que les sugiere la Sra. Georgieva, Directora Gerente del FMI: inyecten dinero a la economía para salvarla. ¿Por qué en Ecuador hacen todo lo contrario, Sra, Georgieva? Con su insostenible dogma no hacen mas que dejarle al Ecuador sin herramientas para enfrentar la crisis y se vuelven cómplices de la agenda de los grandes grupos financieros locales de cuyos intereses hablaremos en la siguiente entrega.

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