Balanza de pagos, Desarrollo y producción, Economía política

Inversión extranjera vs. inversión extranjera directa

“Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar.” Lord William Thomson Kelvin (1824-1907)

En el presente espacio se discutirá acerca de la relación entre «inversión extranjera» e “inversión extranjera directa” (IED). Si bien normalmente se utiliza la IED como una forma de medir la inversión extranjera, se demostrará que no son lo mismo. En resumen, la IED incluye varios rubros que no pueden considerarse inversión para un país, y que tienen un mínimo o nulo efecto sobre el aumento de producción; inclusive, la IED puede no ser tan extranjera como la pintan, y estar sumando capitales que inversionistas nacionales triangulan a través de sus propiedades en el extranjero.

Esto es importante porque en la mayoría de los medios se hace referencia indiscriminadamente a la IED y a la inversión extranjera, llevando a malentendidos al público en general. Particularmente, se lleva a sobredimensionar la importancia de la inversión extranjera en el país y las fluctuaciones que esta inversión tiene en el tiempo.

La definición macroeconómica de inversión:

La definición clásica de capital en economía hace referencia a los bienes que, en lugar de ser consumidos en un periodo, son utilizados sin ser consumidos para producir otros bienes o servicios. En ese sentido, el capital se limita a la maquinaria, herramientas o equipos de transporte que efectivamente sirven para generar nuevos productos y servicios y, de esta manera, aumentar la productividad de la nación en su conjunto.

Cuando ese capital crece de un año a otro, a ese crecimiento se le conoce como inversión.

De allí que, en términos macroeconómicos, la inversión nacional coincida con la Formación Bruta de Capital Fijo (FBKF).

La Formación Bruta de Capital Fijo (FBKF) corresponde a la inversión de un país, representada por la variación de los activos fijos no financieros tanto privados como públicos, (total de adquisiciones menos ventas de activos fijos), en un período de tiempo determinado. (BCE)

Dista esta definición del uso convencional, que mezcla la inversión con la variación de los activos financieros (depósitos a plazo, participaciones accionarias o especulaciones) y otros activos intangibles (básicamente propiedad intelectual).

Un asunto de perspectiva:

Esta definición tiene su razón de ser: las cuentas nacionales, y todas las estadísticas macroeconómicas en general, tienen por objeto presentar información de utilidad para la toma de decisiones en política pública y, por tanto, responden a marcos teóricos que describen las relaciones entre las variables.

Si bien los activos financieros pueden resultar importantes para sus tenedores individuales, no generan aumentos de productividad por sí mismos. Por ejemplo, un depósito a plazo fijo no genera la producción de ningún bien y servicio por sí mismo; por intermediación financiera, puede servir para comprar maquinaria, para comprar bienes de consumo o para participar en otros activos financieros (inclusive en el exterior); la inversión nacional ya está contabilizada en la compra de maquinaria, y no tiene sentido añadirle los otros rubros que no son inversión, su aporte al consumo y a las actividades financieras puede ser contabilizado en otra parte.

Cuando la inversión es extranjera

Para describir las relaciones de un país en su conjunto con el exterior, se utiliza un instrumento llamado Balanza de Pagos. Dentro de la Balanza de Pagos se cuenta con un apartado denominado Cuenta Corriente (CC), y allí se encuentran las estadísticas de inversión extranjera.

Dentro de la descripción de inversión extranjera, especial interés tiene la Inversión Extranjera Directa (IED), por ser la más utilizada para aproximarse a relaciones de largo plazo entre el inversionista y el país en el que invierte.

La IED no realiza la distinción entre activos que vimos en la FBKF, sino que se centra en el control e influencia sobre las empresas, a través de la estructura de propiedad.

La inversión directa es una categoría de la inversión transfronteriza relacionada con el hecho de que un inversionista residente en una economía ejerce el control o un grado significativo de influencia sobre la gestión de una empresa que es residente en otra economía. (FMI, p. 126)

El Manual de Balanza de Pagos y Posición de Inversión Internacional, sexta edición, del FMI, dedica una sección a generar recomendaciones respecto a determinar lo que significa estos control e influencia, y recomienda, además, dirigirse a otros documentos especializados.

En términos generales, se considera inversión directa toda transacción que permita al inversionista contar con el 10% o más de los votos de la empresa sobre la que está invirtiendo.

Por tanto, se encuentran contabilizados dentro de la IED:

  • Crédito entre empresas filiales, con excepción de ciertas sociedades financieras

Es decir, que si la sucursal de una empresa en Ecuador le debe dinero a su matriz en el extranjero, esto se considera IED.

  • Inversiones recibidas de fondos de inversión

Cuando se reciben inversiones sin que los inversionistas sepan en lo que están invirtiendo.

  • Inversiones inmobiliarias

Compra, venta o construcción de viviendas o edificios.

  • Transferencia de dominio

Compra y venta de empresas.

Como se puede observar, estas inversiones no necesariamente implican un aumento en el capital del país. La transferencia de dominio, por ejemplo, no modifica de forma alguna el acervo de capital del país receptor de la inversión, sólo modifica el titular de parte de ese capital. Tanto es así, que dentro de la inversión extranjera directa se contabilizan también los fondos en tránsito, es decir, fondos que pasan temporalmente para llegar a otra empresa relacionada en otro país.

Es importante señalar que, si bien se toma en cuenta los domicilios del inversionista y de la empresa en la que se invierte, la estadística de IED no nos dice nada acerca del movimiento de los fondos involucrados. Así, por ejemplo, el crédito entre empresas filiales pudo nunca realizarse mediante una transferencia bancaria, sino como asiento contable que respalda la compra de suministros en el exterior o un flujo futuro de regalías; de la misma forma, una transferencia de dominio puede realizarse completamente en cuentas del extranjero, sin que el sistema financiero nacional haya participado de ninguna manera.

Finalmente, y en referencia al domicilio del inversionista, la IED sólo recoge el domicilio de las empresas que intervienen directamente en la transacción, sin recabar información del inversionista final (el propietario final de la empresa que invierte). De esta forma, por ejemplo, se califica como inversión extranjera a la inversión que un nacional puede hacer a través de sus empresas en el extranjero.

Por eso es que, con las estadísticas actuales, resulta, por lo menos temerario, afirmar que la inversión extranjera aporta a la liquidez de la economía.

¿Qué estamos comparando?

Mientras las cuentas nacionales excluyen a los activos financieros de la inversión para centrarse en la producción de bienes y servicios, las estadísticas de inversión extranjera se aglutinan en los activos financieros para centrarse en el control del inversionista, independientemente de lo que este control signifique para el acervo de capital nacional.

De allí que las estadísticas de inversión nacional no son comparables con las estadísticas de inversión extranjera, y sería un error tratarlas como similares.

Consideraciones para la política pública

Al hablar de inversión extranjera estamos tomando como marco referencial un país, una nación completa, y al evaluar sus resultados, estos deben aplicarse al país en su conjunto. Si se plantea evaluar a la inversión extranjera en cuanto a su aporte a la producción nacional, la estadística de IED no es la más adecuada. Es necesario plantearse indicadores alternativos de inversión extranjera, que diferencien entre participación en el capital ya existente e inversiones nuevas, que diferencien el capital productivo y el capital financiero. ¿Por qué utilizamos este indicador que no representa lo que todas las autoridades y analistas nos dicen que representa?

Esta dificultad para vincular la IED con la acumulación de capital y, finalmente, con la produccción, resulta también en la dificultad para definir los impactos de cualquier política que tenga por objeto regular o promover la inversión extranjera. De hecho, este es un aspecto que la Comisión para la Auditoría Integral de los Tratados de Inversión y Sistemas de Arbitraje (CAITISA) advirtió en su Informe Ejecutivo:

Hay carencia de registro estadístico en tres aspectos: a) las inversiones de ecuatorianos en el exterior; b) flujos de IED que permitan distinguir la inversión nueva de aquella que es una compra o fusión de las empresas ya existentes y, c) estadísticas que permitan un análisis pormenorizado de encadenamientos productivos.
Urgen estudios y fuentes estadísticas, sobre los otros flujos de inversión, que cubran el amplio espectro de tipos de inversión que están protegidos por los TBI, especialmente las salidas ilícitas, que son una sangría enorme para las economías en desarrollo.

Por otro lado, la IED, en cuanto implica un acercamiento al control de las empresas, parece ser útil para análisis de seguridad nacional, aunque para ello convenga contar con mejores fuentes que permitan llegar al inversionista final, sea este nacional o extranjero.

Una alternativa para vincular a la inversión extranjera con la producción es determinar la Formación Bruta de Capital Fijo (la inversión real) controlada por no residentes, es decir, personas que enviaron capital que está efectivamente siendo utilizado en la producción.

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